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Al bajar la escalera me atrapó el silencio
Nadie muere de amor. No sé si será posible, no sé si el amor nos mata, lo que muere es lo que ya no existe y yo no creo que la vida exista sin amor.
Columnas - La Palabra28/11/2020 Jorge Alberto RampininiPOSDATA Digital Press | Argentina
Al bajar la escalera me atrapó el silencio. Puedo percibirlo, hasta escucharlo, porque el silencio produce ruido, de eso estoy seguro. Muchas veces lo sentí y tantas veces lo viví, cuando me encontraba solo, cuando no te conocía, y ahora vuelve a rodearme, me acorrala, me aísla.
Bajé esta escalera queriendo refugiarme en la habitación que poseo bajo la casa, lugar donde puedo estar a solas para escribir y para pensar. Ahora cuando cierre la puerta nuevamente me sentiré sumergido en pensamientos y en la soledad a la que me arrojaste, sin siquiera mirarme a los ojos, sin muchas palabras, con la distancia que uno toma cuando se desprende de las cosas.
Escuché que alguien afirmó, la otra tarde, que ya nadie muere de amor. Eso me pregunté cuando te vi partir, cuando te alejaste, cuando me dejaste.
¨Nadie muere de amor¨, ¿Acaso alguien puede afirmarlo, puede demostrarlo? ¿cuántas vidas tenemos o cuántas vidas perdemos cada uno de nosotros, mientras vivimos el tiempo, o recorremos el tiempo que transitamos cada día? ¿El amor acaso no está en cada instante de ese tiempo?
Bajé la escalera pensando en ti. Bajé sabiendo que me estaba hundiendo con cada escalón, como si me hundiera dentro de mí mismo, del silencio que ahora me queda, habitando los espacios que llenabas con tu energía, con tus caricias, con tu pasión.
Pero la vida no la habita solo el amor, él la completa, le da forma, nos permite darle cuerpo y razón a cada cosa que nos contiene, que nos retiene en este mundo y en el tiempo que uno vive despierto o en sueños, porque hasta en los sueños nos acompaña.
Nadie muere de amor. No sé si será posible, no sé si el amor nos mata, lo que muere es lo que ya no existe y yo no creo que la vida exista sin amor. Morimos por la falta total de amor. El tuyo o el que yo brindo, el que me llega o el que de mí sale, no podrá rendirme.
Ahora vuelvo a subir esta escalera, que no tiene escalones. Salgo del lugar donde el dolor me refugió, del centro de mi corazón. Salgo a caminar por la vida, para demostrar y demostrarme que del amor único uno no se muere. Que la vida, si se quiere, continua. Pero cuando, por algún motivo, me acuerdo de vos, siento que en mi interior algo duele, se desgarra. Que, aunque no he muerto, puedo asegurarte de que, una herida, una gran cicatriz que siempre sangra, en mi alma, para siempre, has dejado.
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