Casi un truco de magia

POSDATA Digital Press | Argentina

 

Cuando subió al tren, supo que su vida cambiaria para siempre.

Eduardo se dirigía a su pueblo nuevamente, dejaba atrás la ciudad. 

En cuanto terminó sus estudios quiso regresar para recobrar su tranquilidad y los paseos a la tarde bordeando el lago, la siesta en el verano y los atardeceres en la montaña. Ahora podría dedicarse a su pasión.

 Tenía en su mochila el título de profesor y eso haría. Enseñar a los chicos de su lugar. Contarles que con esfuerzo todo se podía alcanzar. Parecía casi como contar una historia mágica. Pero no todo es siempre tan fácil.

 Sus años de estudio y práctica le permitieron conocer amigos, compañeros de estudio y con una tristeza enorme que lo invadió al instante, la recordó. ¿Cómo adjetivarla a Mariana? Mucho más que una compañera. Le brindó su amor todo este tiempo. Pero tenía otros objetivos. Quería enseñar en colegios de ciudad, continuar su carrera en la Universidad y Eduardo sabía que en algún momento el se marcharía. Siempre fueron sinceros y claros. 

La partida fue triste pero como ya lo sabía esta llegó inexorablemente.

El tiempo pasó.

 Eduardo ya daba sus charlas y enseñaba. Nunca dejaba de pensar en Mariana. 

Esa mañana como siempre luego de explicar a sus alumnos un cuento de Pablo de Santis les dijo - traigan mañana sus tareas, quiero una interpretación sobre el texto que leímos y recuerden la magia solo está en los cuentos.

Abrió la puerta del aula y al salir estaba la directora 

—Eduardo acá hay una profesora que dejó su curriculum y dice conocerlo.

La profesora resultó ser Mariana. Estaba igual que siempre, tal como la recordaba cada día y dándole la mano le dice 

 —Profesor no necesita una colaboradora?

Bajé la mirada observé los libros y pensé  

 Tal vez cada tanto pueda producirse algo inesperado, como si fuera casi un truco de magia.

 

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