
Historia de un secuestro, muerte y, ¿fantasmas?
POSDATA Digital Press | Argentina
Mujer.
Acompañando mis horas,
llegaste sola.
Adivinas mis pensamientos,
aún los ocultos
en el rincón del alma.
Estás aún no estando
y te presiento.
Tus lágrimas se convierten en lluvia,
lavando mis heridas.
No eres ángel, ni demonio.
Eres mía.
No atrapes mis sueños,
libéralos.
Para que pueda volver
a soñarte y escribírtelos,
con cada poesía.
***
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