Carta de un naúfrago

Sinfonía de cuentos29/07/2024 Edgardbett
  

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Por Edgardnett | Escritor 

Esta carta, seguramente será diferente a todas las que hayan leído...

En princio hay un detalle que falta: una fecha concreta, no porque no tenga importancia, sucede que no la recuerdo, no veo el motivo para mentir, estimo — haciendo algunos cálculos— unos dos años. Da igual. Les quiero contar quien soy —y como llegué—a este momento. Mi nombre es Marcos Galarz, prófugo de la justicia y ahora cambió mi estatus: náufrago, por esa maldita decisión de esconderme en ese desdichado crucero. En un principio, no me pareció tan mala idea. Subir de polizón y mezclarme con el resto para disfrutar de un viaje que me aleje de estas costas. Asumo mis culpas: yo elegí, pero, son esas vueltas que posee el destino. Logré fugarme de aquel penal para ser prisionero.

Una vez abordo, fuimos sorprendidos por una violenta tormenta. El barco se sacudía como una nuez en el agua, la tripulación nos pidió usar el chaleco salvavidas y permanecer en el camarote, orden que en mi caso era imposible cumplir: era un polizón El bote se sacudía sin cesar, mi temor era tan notable que deseaba que pronto se calmara ese vaivén. Solo veía la inmensidad y fuerza de las olas, escuchaba los estridentes truenos y los destellos de los relámpagos. De pronto, me impulsa hasta la barandilla a la que me aferro con fuerza, sin embargo no fue con suficiente ahínco porque me arrastra al frío mar y siento un fuerte golpe que me hace perder el conocimiento. Desperté rodeado de arena y algas abrazando mi cuerpo en una isla natural, perdida y muy confundido al desconocer mi ubicación. De repente me encuentro como un bote anclado en esta infinidad de agua que me rodea junto a un mar embravecido y continúo con mis intentos de escape. A estas alturas, me queda aceptar toda la culpa. No fue mi intención y de no haber sido prisionero de aquel fulminante ataque de celos, esta circunstancia que hoy me toca vivir… podría haberse evitado. No puedo olvidar el episodio que me atormenta cada día.

Hasta ese momento era el amante calmo, pero estallé de ira al ver a mi hermano acercarse a su esposa para darle un cálido beso en la boca. Enloquecí desconsideradamente y a traición al ver esos labios — que veinte minutos antes fueron míos — besar a otro hombre. —¡Qué tonto fui al creer en una aventura sin honor!—, no debí adueñarme de alguien que nunca me perteneció. Aún recuerdo el peso del martillo en mi mano. ¡Es increíble, no sé aún de dónde saqué el valor para dar un golpe y arruinar mi vida y la de ellos. — ¡Sí, lo confieso, los asesiné a los dos! — No quise hacerlo o tal vez sí. Pero un ataque de furia empañaron mi cordura. Era demasiado tarde. Escapé de la policía hasta lograr subir al barco. El día que zarpó, debo admitir que me sentí aliviado. Volviendo al momento de mi caída, solo recuerdo gritos de pasajeros preocupados. De repente me encuentro aquí, tal vez para algunos sería un paraíso; sin embargo, fue sentirme nuevamente privado de mi libertad en medio de la nada.

Entre mis dificultades, debo sumar una más:cuidar de mis orejas que son alimento de las alimañas mientras duermo. Continuando con mi aspecto físico, soy otra persona — ¡ni que hablar de mi barba crecida! —, siempre me jacté de mi prolijidad y hoy, al ver mi reflejo sucio y harapiento en el agua —no lo puedo creer—me muestra la otra cara de lo que fue mi manera de vestir. Estoy harto de las penurias —Pienso—no merezco la gratitud de estar vivo, razón por la cual se me cruzó la idea de quitarme la vida y es por eso que decidí terminar de afilar varias ramas para sacarle puntas y crear lanzas unidas a un pedazo de raíz o liana. Así logré crear algo similar a un arco que me apunta, solo me resta dar un golpe con una roca y cuando se corte será un certero flechazo. Pero antes debo hacer algo más —:escribir sobre hojas de falso banano rojo que redacté con tinta vegetal. Esta es mi historia, mi legado. Quiero que sepan que fueron varios los intentos.

Reconozco que no alcancé mi objetivo, por lo tanto, tomé la determinación de entregarme, pero mi suerte me abandonó una vez más porque quise desarmar mi trampa y se accionó causándome una herida. Es grave. Perforó mi pierna dejándola atrapada en la madera, estoy convencido de que mi vena femoral está rota —quizás al quitarla—me desangre en segundos... Con la poca fuerza que me quedaba hice buen uso de mi última oportunidad: utilicé un envase de plástico que llegó a la orilla e Introduje las hojas. Solo quiero un deseo póstumo:si alguna vez encuentran mi cuerpo, pido perdón y una cristiana sepultura.

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