
POSDATA Digital Press| Argentina

Hay personas adultas que, a pesar de su edad y experiencia, viven bajo la sombra de la validación externa. Dependen constantemente de lo que los demás piensan, sienten o dicen. Son aquellas que piden disculpas por sus opiniones y emociones. Guardan silencio, aunque en lo más profundo de su ser no estén de acuerdo con las acciones o ideas de otros. Lo más doloroso de todo es cómo este comportamiento puede cambiar el destino de sus vidas, conduciéndolas hacia la frustración.
No me refiero a quienes buscan evitar responsabilidades delegando decisiones. Hablo de esas almas vulnerables, inseguras, que son manipuladas por terceros como si fueran títeres en manos ajenas. Es una realidad devastadora, pero aún más preocupante es lo que estas personas transmiten a quienes están observándolas: sus vínculos más importantes y verdaderos. Los más jóvenes sienten esta dinámica, la absorben, y en su interior claman por un cambio.
¡Despierten! Sus hijos les están pidiendo que reaccionen.
El futuro está en juego: el suyo, el de sus hijos y el de la humanidad misma. Es hora de tomar las riendas de sus vidas. Errar es humano, y equivocarse es el camino a la experiencia, la sabiduría y el triunfo. Cada error cometido les dará la oportunidad de ganar, de aprender, y de moldear una vida auténtica. Es su turno de vivir, de tallar su propia realidad, y no la de aquellos que, incapaces de hacerlo por sí mismos, los han puesto como conejillos de indias.
Vivan la experiencia irrepetible de equivocarse para vencer. Reconozcan su valor intrínseco y su capacidad única de transformar sus vidas y su entorno. Son dioses en su propio universo, y ese universo lo sabe. Solo necesitan creerlo y actuar.



La FILBo despide a Mario Vargas Llosa, una vida escrita con la tinta de la historia y la literatura
Su obra, hecha de pensamiento, cuerpo y palabra, seguirá acompañando a generaciones que encuentran en sus libros distintas formas de mirar el mundo.

