Podemos volar alto

Hace casi un siglo que venimos deteriorándonos y vamos en una barranca hacia abajo sin fin. Como sociedad tenemos la oportunidad de lograr que nuestro país esté entre los primeros del mundo.

Opinión - La columna de Eduardo20/10/2019 Eduardo Servente
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Posdata Digital Press | Argentina

Eduardo ServentePor Eduardo Servente | Ingeniero Civil 

Como sociedad tenemos la oportunidad de lograr que nuestro país esté entre los primeros del mundo. Nuestra tierra es una bendición de dios y la capacidad humana del pueblo es magnífica. Ante los detractores digo que el gran retraso educacional de las últimas décadas lo podemos revertir si ponemos voluntad en ello.

Hace casi un siglo que venimos deteriorándonos y vamos en una barranca hacia abajo sin fin. Cada tanto ponemos unos pequeños parches que sabemos que solo sirven como paliativo momentáneo, y además repetimos esos mismos parches una y otra vez sabiendo que nunca dieron resultado.

Escuchamos a los principales candidatos o a los políticos con mayor apoyo popular y suena decepcionante, seguimos con esos parches que no resultan, que no solucionan nada.

Están enceguecidos tercamente pretendiendo pequeños y cortos vuelos de perdiz en vez de intentar el majestuoso vuelo de un águila.

Claro, ese corto vuelo de perdiz les permite vivir bien, hacer sus negocios, esconderse entre los pastos hasta salir volando y haciendo ruido recorriendo una corta etapa. Solo piensan en ellos. Son solo perdices.

No se animan a ser águilas. No se animan a volar alto. No se animan a no hacer ruido que en definitiva es lo único que hacen. Quizás no les convenga, ese alto vuelo del que hablo implica gobernar bien, mirar el futuro, pensar en el bien común.

Ese vuelo de perdiz lo tenemos como sociedad, una y otra vez repetimos ese vuelo cortito para caer en esos mismos pastos y no somos capaces de abrirnos al mundo y tomar alto vuelo.

Veo dos razones principales en esa imposibilidad de volar alto, que si bien son diferentes se relacionan bastante e influyen una en la otra.

La primera es el interés mezquino de varios actores de la sociedad, especialmente la clase política, que conjuntamente a sus aliados en el sindicalismo y los mal llamados empresarios, sienten la gran conveniencia de mantener el sistema de “vuelos cortos” para con ello permanecer en la seguridad de un negocio que solo los alimenta a ellos en detrimento del bienestar de la sociedad toda.

Y la segunda razón que nos imposibilita a volar alto es la educación religiosa de la sociedad que nos ha impuesto un altruismo obligatorio que no hace más que fomentar el sistema corrupto implementado por la clase política, sindical y empresarial.

Ambas razones se complementan y se alimentan una a la otra.

Por eso siempre digo que nuestra solución no pasa por modificar solo algunos aspectos de nuestra economía, sino que debemos cambiar de raíz, debemos hacer un cambio social y cultural que implicaría modificaciones muy profundas de tantas cosas que nos han marcado a fuego por generaciones.

Somos todos responsables, hay algunos, unos cuantos, culpables.

Volvemos repetidamente, como seguramente volveremos en el futuro próximo a levantar un vuelo corto de perdiz, aterrizar en otros pastos, pero sin solucionar los problemas, solo habremos pegado un pequeño salto.

No nos animamos a levantar vuelo alto como un águila, a mirar con grandeza nuestro futuro, a modificar totalmente lo que haya que modificar, a buscar realmente nuestra libertad, a mirar desde bien arriba al mundo a nuestros pies.

Es entendible que los ciudadanos comunes, esos responsables y quizás no culpables tengamos miedo al cambio profundo, nos daría algo de vértigo perder esas engañosas seguridades con las que nos han mentido durante tanto tiempo. Pero es necesario hacerlo. Debemos modificar nuestros paradigmas, nuestros principios de raíz. No tenemos que tenerle /miedo-a-la-libertad .

Debemos y podemos volar alto.

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