El tiempo se detuvo en mi ventana

No hay indicios, rastros, nada que pueda acercarme a mí, más que la ausencia que se manifiesta corporizada mientras intento ser lo que se espera.

Literatura04/07/2020 Sharon Gorosito
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Foto: Lynn Gunn
  

POSDATA Digital Press | Argentina

Sharon GorositoPor Sharon Gorosito | Escritora

Suelo levantarme en las mañanas y tomar mi diario, en donde escribo mis momentos favoritos o significativos para no olvidarlos y quizás luego hacer una breve introspección por simple merodeo.

Sucede que me escondo, nunca escribo desde mis emociones, nunca me dejaron actuar desde ellas, en pleno frenesí, me educaron para calmarme y actuar debidamente. Este ejercicio me persigue incluso hasta hoy, en que cumplo mis treinta años, me mudé lejos de mi familia y estaré sola todo el día, la mejor etapa de mi vida según mis amigas. Tengo este diario de 365 páginas con días marcados, en donde solo he ocupado 8 de ellas.

Estamos en pleno invierno, y no puedo comprender cómo en mitad del año solo he tenido 8 diminutos días en los que sentí algo. Con esta indignación armoniosa sobre mis hombros, en mi cumpleaños, sola, en una enorme casa azul desordenada pero pacífica. Ante tanta inseguridad decido romper la regla, y me escribo. Doy varias vueltas en la cama, pienso en que no quiero tomar el celular porque posiblemente tenga llamadas y mensajes, no quiero responderlos, es temprano, así que tomo mi diario.

Somos solo dos, la hoja en blanco intentando abarcarme y yo. Mis yo, pero no sé a qué parte de mí, se supone que mi mejor etapa ya inició, escribo sobre eso pero, ¿qué siento? Me siento igual que ayer, o peor, tengo dolor de cabeza y estoy ayunada.

Busco una palabra breve que me dé pie para comenzar, digo casa, es obvio, muy genérico, azul, bueno, suceden muchas cosas con el color azul. Escribo mi nombre, lo borro, mi nombre no engloba mi identidad, mi fecha de nacimiento, tampoco. 

Me siento doblemente irritada, ¿por qué me obligo a sentir algo diferente?, no hay respuestas. Creo que entiendo el motivo por el cual mi diario se encontraba tan vacante .No hay indicios, rastros, nada que pueda acercarme a mí, más que la ausencia que se manifiesta corporizada mientras intento ser lo que se espera. 

Sostengo que el tiempo se detuvo en mi ventana para que pudiera ser todas las que soy, la pequeña, la inocente, la que se equivoca, la que no espera, la que no quiere hablar, la que grita, cuestiona, aprende y las que aún se cultivan secretamente, y aun así ser solo yo en un mundo que no siempre me alcanza. 

Afortunadamente, esta hoja tampoco consiguió abarcarme.

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