Autorretrato

 POSDATA Digital Press | Argentina

Apoyó lentamente los pinceles sobre la mesa y se fue alejando poco a poco, dejando a su espalda la obra recién concluida.

Cuando creyó estar a la distancia adecuada, giró cautelosamente sobre el piso de madera, gastada de haberlo tantas veces recorrido con sus pies descalzos, en muchísimas y extenuantes horas de febril y desenfrenada creación, sola, en su atelier.

 Al girar quedó directamente ubicada frente al cuadro.

Tenía pintados tantos retratos, naturalezas, cuadros alegres, muchos tristes y melancólicos, quizás demasiados. De colores fuertes y enérgicos, también grises y oscuros como tormentas que se desataban sobre la tela provocando sensaciones múltiples en el interior y en las almas de quienes los observaban cautelosa y detalladamente, inclusive hasta en el último detalle.

Pensó en muchos de los comentarios que recibía. Estaban quienes criticaban o adulaban a los mismos sin el menor conocimiento, pero al menos sin ser indiferentes a sus obras. Otros más estudiosos y con una ejercitación profunda de la pintura como arte, le proporcionaban un desafío más interesante y provocador a sí misma.

Nunca pensó en montar grandes exposiciones o vender los mismos en galerías de renombre. No podía engañarse ya que interiormente todo pintor o artista quiere por un momento mostrarse sea cual sea la disciplina que practica. De pronto saliendo del éxtasis a que sus pensamientos la llevaron vuelve a la realidad y mira fijamente su obra.  Realmente es su obra.  Al contemplarla sabe que ese rostro es el suyo. Una mirada algo triste pero firme y los rasgos suaves dejando traslucir una callada vida interior llena de observación y pensamientos.

Extrañamente esta mujer que está frente a ella sostiene una máscara como si se la estuviera quitando, cubriendo todavía la mitad del rostro. ¿Qué pensamiento o imagen cruzó su inspiración al momento de plasmarla en la tela? la máscara mostraba una sonrisa amplia y un rostro despreocupado, ¿es así como me ven? Ocultándome cuál fantasma de la ópera tras ella, para que quienes se me acerquen no se aparten, mostrando sonrisas, aunque mi ser reclame comprensión y afecto, pero sin dudar en mostrar mis sentimientos.

Poco a poco fue acercándose al atril, tan lentamente daba cada paso que podía sentir en la planta de sus pies la aspereza de algunos sectores de la madera.

Siguió avanzando hasta detenerse a poco más de un metro del mismo.

La perspectiva era otra, de cerca el rostro prevalecía sobre la máscara, los tonos oscuros, grises y negros que cubrían la tela daban marco a una realidad. Sin duda se estaba quitando la máscara, ella se la estaba quitando, sintió que ya era el momento y estaba preparada para que todos la conozcan.

 La artista que vivía en su interior no la retrató, simplemente puso frente a ella un espejo y al ver expuesta su realidad sintió que la máscara debía quedar en el olvido.

 Comenzó a limpiar y a guardar los pinceles. Desde la planta baja de la casa voces familiares la llamaban. Dejó todo sobre la mesa, abrió la puerta y cuando salió de la habitación, sintió un ruido leve pero significativo, la máscara había caído.

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