La esquina

Las horas pasaban lentamente. Por algún motivo llegue retrasado. Ella no estaba, pero si su perfume. Esperé hasta que empezó a caer la noche.

Columnas - La Palabra27/07/2022 Jorge Alberto Rampinini
  
la esquina-posdata-digital-press
Crédito:Decortherapia 

POSDATA Digital Press | Argentina

Jorge-Rampinini
Por Jorge Alberto Pampinini | Escritor |  Escritor Miembro de la SADE Socio  de la Academia Argentina de Letras.
Profesor en Tecnologías de información y comunicación

 

Era una tarde de noviembre. Ya más tranquilo iba planificando mi futuro, luego de haber concluido mis estudios. Siete años de universidad me daban la posibilidad de tener mi propio buffet de abogado. Fueron largos años de viajes a la capital, de noches sin dormir y de nervios contenidos ante cada examen. Pero entonces, tenía que tomar una decisión importante. Todavía siento entre risas y lágrimas las emociones vividas después de la graduación. Ahora debía enfrentar otro tipo de dilema ¿me quedo en esta ciudad chica y alejada, tratando de formar mi estudio, teniendo seres queridos a mi lado, o marcho a la gran ciudad con todo su esplendor y su ritmo infernal? 

Casi podía ver el dolor, en el rostro de mi madre, sufriendo la partida, pero mordiéndose el labio y diciéndome que yo decida lo más conveniente.

Estaba completamente abstraído en mis pensamientos cuando la vi a ella, parada en la esquina. Aunque no la conocía, nos miramos tan intensamente como si nos estuviéramos esperando desde siempre. De una manera totalmente natural la tomé de la mano y nos fuimos juntos a caminar. Tomamos café en la mesita de un bar cercano a la terminal de micros, donde en otro momento pensé que emprendería mi partida.  Hablamos de tantas cosas. Pronto nos envolvió la oscuridad.  Las cálidas luces de las lámparas del lugar hacían que nuestras sombras se fundieran sobre el rojo mantel de la mesa. Más tarde la acompañé hasta la misma esquina donde la conocí.

Quedamos en vernos al día siguiente, a la misma hora. Hasta olvidé mis dudas. Me pregunté si, tal vez, el destino o misterios del lugar no me tendían una trampa obligándome a quedarme, engañándome, enredándome con una esperanza de amor. Ni siquiera su nombre me atreví a preguntar.

Las horas pasaban lentamente. Por algún motivo llegue retrasado. Ella no estaba, pero si su perfume. Esperé hasta que empezó a caer la noche. 

 Toda la ansiedad y optimismo que había sentido se fueron diluyendo. Y a medida que me alejaba de la esquina no lograba comprender que podría haber pasado…. ¿habrá otras tardes?

 Fui al mismo bar y me atendió el mismo mozo. Mientras apoyaba, lentamente, el pocillo de café sobre la mesa me pregunto - ¿Al final se va a la ciudad? 

 Extrañado le pregunté — ¿yo dije eso?   

 — Si. Ayer estuvo y me relató que se estaba por ir.

—  ¡vine solo! -- Le respondí asombrado. y agregué.

—  No, realmente no me voy. Creo que ahora tengo motivos, ilusiones, tal vez, de que vuelva a encontrar lo que de alguna extraña manera está aquí, en algún lugar, seguramente a la vuelta de una esquina, esperándome…

  Vías de contacto
Mail: [email protected]
Blog:https://rampininijorge.wordpress.com/ 
Facebookhttps://www.facebook.com/rampiescritor
 Instagram; @ramescritor
                             Fotógrafa:vale.rampi                                 

Te puede interesar
mujer-

 Mujer

Jorge Alberto Rampinini
Columnas - La Palabra14/03/2023

 Una sola palabra, muchísimo más poderosa que el tiempo o edad. Raza o religión. Que no diferencia belleza o color

El tatuaje-posdata-digital-press

El tatuaje

Jorge A. Rampinini
Columnas - La Palabra18/02/2023

El trazo que dejaste al dibujar tu amor en mi persona en forma profunda, dolorosa, sangrante hasta el final de los tiempos, aunque el destino dictase que no estés a mi lado, nada ni nadie podrá borrar.

Lo más visto
_96651be1-484d-483d-b28c-e71ab097c3dc

Viur

Luis García Orihuela
El Arca de Luis23/01/2025

Iniciamos 2025 con la primera entrega del nuevo trabajo del destacado escritor español.