Vamos a escribir: 'vivir del cuento’

7.ª entrega.- Tutorial.

Opinión - Desde mi punto de vista 08/02/2021 Por Luis García Orihuela

POSDATA Digital Press | Argentina

desde mi punto de vista
Por Luis García Orihuela | Escritor | Poeta | Dibujante

 

De seguro nos resulta conocida a todos, la expresión peyorativa  'ese vive del cuento'. Y si, algunos lo hacen, (bancarios, empresarios, ministros —en la Tierra y en el cielo) pero muy pocos escribiendo cuentos. ¿Tiramos pues la toalla antes de oír la campanilla? Para nada.

Escribir, ante todo, es gozar del acto de hacerlo. Y ahora no me vengan con eso de 'a otro con ese cuento'.

QUÉ ES UN CUENTO

 Según la RAE, es una narración breve de ficción.

Así pues, en su primera acepción del término, no concreta demasiado y deja bastante abierto su uso. Alguno incluso puede que piense que esos son cuentos de abuela, o incluso si es más osado diga “a otro con ese cuento”.

 Algunos escritores denominan a sus relatos cortos cómo cuentos. Atendiendo a una tradición cuentista que podemos encontrar ya en el siglo III y el IV  a,C, con el Pantchatantra (colección de cuentos indios)

Todos conocemos Las mil y una noches, (cuentos árabes), El conde Lucanor (siglo XIV), El Decamerón (1353), de Giovanni Boccaccio, o por ejemplo a Charles Perrault en siglo XVII, (cuentista francés) con sus cuentos de Mi madre la Oca, considerados hoy en día como patrimonio de la humanidad. Por supuesto no podemos olvidad de ningún modo a Cervantes, con su ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y a Gustavo Adolfo Bécquer, Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas «Clarín» entre otros. La lista sería interminable, pero para quien tenga el gusto de querer investigar más sobre los cuentos y sus autores, dejo una mini lista:

Hans Christian Andersen (Dinamarca) El patito feo. El soldadito de plomo.

Guy de Maupassant (Francia) (1850-1893), con cerca de 300 cuentos en su haber.

Charles Dickens (Inglaterra) (1812-1870) Robert Louis Stevenson (1850-1949) Cuentos de los mares del sur y Oscar Wilde con El gigante egoísta o Rudyard Kipling con el archiconocido El libro de la selva.

Washington Irving, (Norteamérica) con sus Cuentos de la Alhambra (1832), Herman Melville, Mark Twain, Ambrose Bierce, Jack London, Edgard Allan Poe (1809-1849), (pionero del cuento moderno según palabras del propio cuentista argentino Julio Cortázar.

En Rusia podemos destacar a escritores como Puschkin, Leon Tolstoi o Anton Chejov. 

 En mi caso, e imagino que en el de muchos, el cuento con mayúsculas tan solo puede haber uno, y no es otro, que el de toda la vida. El cuento infantil (normalmente ilustrado e impreso a color en la totalidad de sus hojas.

 ¿Qué cosas debemos de tener presente antes de comenzar a escribir nuestro cuento literario?

 Deberemos de tener claro a qué franja de edad va dirigido. Por ejemplo, puede ser para niños de entre 8 y 12 años, o muy pequeños (de 4 a 8 años).

 AUDIO Los padres deciden y leen

 Igualmente hay que tener una gran delicadeza y adecuación del uso que hagamos del vocabulario en el cuento. No sólo han de ser las palabras más sencillas y fáciles de leer para un niño, sino las que mejor se adecuen al conocimiento natural por parte de dicha franja de edad.

El uso en este caso de metáforas (como se hace en poesía) no es recomendable, ya que tan solo puede conducir a la confusión del niño.

Empleemos frases cortas con pocas oraciones subordinadas. En la medida de lo posible empleemos palabras cotidianas. Verbos y adjetivos de uso muy frecuente.

 AUDIO pedagógico

 

 

NUBY

 LA NUBE VIAJERA

Por Luis García Orihuela

 (Fragmento)

 Para Gotita era un día muy especial de su vida en aquella mañana de invierno. Le había llevado esperar durante todo un año para conseguir formar parte de aquella excursión sin igual. Por primera vez iba a viajar sola a una de aquellas impresionantes nubes que desde tierra podía contemplar a simple vista.

 WhatsApp Image 2021-02-08 at 20.09.33 Las personas no se fijaban en el cielo, pero Gotita sabía bien lo que le habían enseñado en  el colegio. 

Había nubes de muy distintas formas y tamaños, así como a distintas alturas y tonalidades. “Ten cuidado, Gotita, fíjate que si te expones a mucho calor,  podrías evaporarte del todo, y si por el contrario te expones al frío, podrías llegar a congelarte.

 Gotita sabía que pronto llegaría la “Nube Escuela” a recogerla al río, y que dicha experiencia marcaría su vida y su futuro. Gotita era toda de agua y por lo tanto sabía muy bien del mundo de las nubes y de su relación con ellas.

Gotita llegó al río y se dispuso a esperar llegará el gran momento soñado. Pensó en cuantas gotitas harían falta para formar un río como aquel, o lo que es mejor ¿Cuántas gotitas harían falta para formar el inmenso mar?

De pronto sintió una fuerza invisible que tiraba de ella hacia arriba, y una voz que, no bien sabía de donde venía, le hablaba a ella.

—¡Tranquila, Gotita! Déjate llevar. Soy Nuby, La Nube Viajera.

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 Como ves amigo lector, una simple gota de agua, puede dar pie a un cuento infantil. Es importante el insistir en repetir a lo largo del cuento los nombres de los personajes para que queden en la memoria del niño-lector, del niño-escuchante. 

Repito el uso de un mismo verbo a propósito, con la idea de que así le resulte más fácil la comprensión del mismo. Por otro lado inculco el valor de lo que se aprende en la escuela y trabajo el aspecto pedagógico de cómo funciona el clima, las nubes, etc.

Si planteamos en nuestro cuento un escenario futurista, en el que todo es nuevo y nada parece ser lógico, en donde la forma de vivir los personajes nos es del todo desconocida, estamos partiendo de un cuento que va a ser difícil de entender por el niño, Demasiadas cosas en que fijarse y comprender a un mismo tiempo.

 Entonces… ¿Cómo hacer?

 Escribamos sobre un mundo que resulte conocido por el niño, y tan sólo creemos algún cambio “mágico” e inusual que atraiga el interés por desear saber más. El usar el momento presente, facilitará en mucho la realización de nuestro cuento, si bien, podemos partir de momentos del pasado si así lo considerásemos oportuno.

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EL CUENTO DE LA FREGONA Y EL MÁSTIL DE LA BANDERA

 Por Luis García Orihuela

 (Fragmento)

 

 

Terminaban de oírse a lo lejos las campanas de la iglesia anunciando que era el mediodía. Caía un sol de justicia, denso, ese tipo de sol del que todos se quejan llamándolo insoportable. El aire era pesado, pegajoso; diríase hacía difícil el respirar, quizás por ello en aquel cuartel militar alejado apenas una docena de kilómetros de la ciudad más cercana y, enclavado en uno de los puntos más altos de la montaña ya no quedaba nadie. Todo el personal militar y civil hacía apenas unas horas que habían partido hacia un nuevo cuartel en un enclave más fresco. Al menos eso les había dicho el mando de mayor graduación una semana atrás, cuando los había reunido en la explanada donde formaban todos los días al amanecer al toque de «diana». Los primeros en irse habían sido los civiles, La mayoría tenían casa en el pueblo o en las inmediaciones a él. Los que pudieron tener sus pertenencias pertrechadas en sus coches salieron a lo largo del día antes e incluso de noche aprovechando el frescor del momento. Aunque todos ganaban sus buenos dineros sirviendo al ejercito, no necesitaron les dijeran dos veces que se había terminado todo. Cargaron con lo que tenían y desaparecieron sin más.

 Aún resonaba por el valle el eco de la última campanada, cuando el convoy militar desapareció por la carretera que bordeaba a la montaña. Solo permaneció el olor al combustible quemado dejado por los camiones y jeeps que conformaban el convoy, era como si se negara a abandonar aquel cuartel que pronto sería derruido por las máquinas escavadoras.

  Nadie se había acordado de retirar la bandera del batallón. Seguía en lo alto del mástil, moviéndose por el tenue viento a uno y otro lado. Un poeta que hubiese estado en ese momento allí, habría dicho que la bandera se despedía saludando a quienes todos los días lo hicieron con ella durante cerca de quince años ininterrumpidamente.

 —¡Vaya! Se fueron sin llevarme con ellos.

(Cuento completo acá )

 En este cuento decidí trabajar con tres elementos comunes y súper conocidos, como son un cubo, una fregona (mocho) y un mástil. Todos objetos inanimados a los cuales decidí darles vida, o dicho de otro modo, “darles magia”. 

Debemos de buscar en nuestros pequeños lectores ese rostro lleno de ilusión que se da el día de Reyes.

Creo no equivocarme si aseguro que para escribir cuentos hemos de olvidarnos de nuestra edad biológica y hacer salir a la superficie ese niño que todos llevamos dentro.

 No quiero despedirme hoy sin antes dejar mi particular punto de vista respecto a los cuentos que crean miedo en los niños o consiguen que terminen llorando. Sobre todo cuando estos son llevados a la gran pantalla, la cual tiene la capacidad de amplificar el estado anímico y dejar marcas muchas veces indelebles a los más pequeños y por lo tanto influenciables.

 AUDIO Jugar con los sentimientos

 

 

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