POSDATA Digital Press | Argentina
Llega unos minutos tarde a propósito y se queda atrás de todo.
Intenta pasar desapercibida pero su misteriosa sobriedad levanta un silencioso murmullo de miradas atónitas.
Mira a su alrededor moviendo solo sus ojos protegida por el elegante sombrero. No está segura de por qué está ahí. Solo un llamado intrigante del escribano.
¿Quién es? No parece una mucama, tampoco la secretaría personal de la oficina central. A ella la conocen de muchísimos años de fidelidad al servicio del magnate. ¿Quizás se trate de la nueva gerente de la sucursal del interior? Pero no coincide con la descripción que dio el difunto; ausente con aviso el día de su presentación cuando se reinauguró la fábrica, ¿por qué está ahí?
Los jóvenes y ambiciosos herederos se preguntan mirándose con ojos de espanto si no habrá que incluir a una más en el reparto. Entonces, además de directora, ¿habrá cumplido algún otro rol destacado en la vida del muerto?
Mentalmente comienza a cambiar la opinión sobre el finado y ya no desean tanto que descanse en paz.
¿Qué otra sorpresa habrá dejado el magnate a la familia tan rica en avaricia y tan carente de afectos? ¿Qué le espera a la tan poco acongojada viuda?
Ella sigue de pie. Callada. Ojos vivaces, inquietos. Sus labios rojos. Único detalle de color. Llama mas la atención su silencio que la voz del escribano, que reiteradamente debe pedir atención y respeto por la voluntad del señor Ruiz Diaz.
El testamento comienza enumerando el fideicomiso que recibirán las nietas. Falta tiempo. La menor apenas camina. A nadie le importa.
Luego continúan el fiel chofer, la abnegada y eterna secretaria, los empleados de la mansión.
Y bla, bla, bla.
Parece que lo mejor queda para el final.
Tanta ansiedad y misterio no cabe en la sala.
Cada párrafo nuevo miran hacia atrás. Ella inmutable.
¿Será la amante? ¿La nueva masajista? No da el perfil del viejo. ¿Habrá una sucursal oculta a la familia que lo extraña tanto?
Entre tanta intriga y dudas y misterio comienzan ya las peleas y los celos entre hermanos, todo en silencio, todo con mínimos gestos y agudas miradas mientras el escribano lee por fin que a ellos les corresponde la dirección conjunta de la casa central y la sucursal, con una renta anual viuda y a la madre de ambos, que además hereda el departamento del centro con usufructo, solo eso.
Luego de su deceso pasará a manos de otra persona.
Un auto al chofer; la familia tiene, y todos comprados con el sudor de la frente del muerto, al igual que los inmuebles.
Falta la mansión. Pero y ¿las cuentas bancarias, incluida la caja de seguridad? ¿y los bienes?
Ella atenta, segura de escuchar de la voz del escribano, la promesa.
Finalmente él dice: y la mansión de Barrio Parque es …se miran, seguro que otro fideicomiso o para cumplir el sueño del hijo extramatrimonial de instalar un salón de fiestas o la casa de té y fundación de damas de beneficencia aburridas de tanto hacer beneficencia que desea la viuda.
Suena un nombre desconocido. Todos apuntan a ella.
El escribano la invita a acercarse. Ella sigue de pie. El sombrero la protege de los dardos que disparan furiosos los ojos de los herederos.
La mansión es para instalar allí un Instituto de investigación y tratamiento y un hogar para chicos con enfermedades poco frecuentes que quedará, junto con las cuentas bancarias del país y del exterior, a cargo de la doctora Eugenia Pagano, quien con paciencia amorosa y afecto incondicional acompañó en su larga y penosa enfermedad al señor Ruiz Diaz cuando su familia lo llevó al geriátrico.
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