El problema es moral

Es la obsecuencia de volver a cometer siempre el mismo error.

Opinión - La columna de Eduardo 23/08/2019 Eduardo Servente

El problema es la moral Gráfico:Pinterest

Posdata Digital Press | Argentina

Eduardo ServentePor Eduardo Servente | Ingeniero civil


Se nos va la vida discutiendo qué hacer con la economía de nuestro país. Que uno prefiere abrir la economía, que otro quiere nacionalizar todo, que otro dice que si no exportás, tampoco importás, otro quiere el cambio alto, otro lo quiere bajo, otro le parece bien que el estado cree empleos, otro que no exista nada estatal, otro que los impuestos son altos, otro que hay que pagar más, otro que los políticos ganan mucha plata, otro que hay que fomentar a las pequeñas empresas, otro que hay que apoyar a las economías regionales, otro que hay que hacer muchas obras, otro que hay que aumentar los planes de ayuda…, en fin, escuchamos tantas cosas diferentes, pero todas se refieren a distintas medidas económicas creyendo que cada una de ellas será la panacea para todos los males de nuestra sociedad.

Si analizamos seriamente, dejando de lado nuestros intereses personales y solo pensando en el bien de nuestro país y nuestra sociedad, podríamos concluir, mirando lo que pasa en el resto del mundo que no vamos a “descubrir la pólvora” con una medida u otra, hay muchísima experiencia en los distintos países del mundo aplicando las diferentes medidas económicas que se nos puedan ocurrir y las consecuencias de cada una de ellas está a la vista.

No hay secretos en cuanto a qué resultado da una u otra medida económica, solo falta decidir qué rumbo deseamos tomar como sociedad y qué resultados queremos tener, o bien en qué país queremos vivir nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos.

Pero repito, debemos dejar de pensar en nuestros intereses particulares y hacerlo con la idea de lograr el bien de la comunidad. Si bien es claro que son los esfuerzos y logros individuales los que crean el desarrollo, lo que intento decir es que no nos fijemos en las políticas que podrían beneficiarnos de manera particular, sino en aquellas que beneficiarían a todos.

Está claro que las políticas que hemos aplicado generalmente en las últimas décadas han atendido beneficios particulares de algunos de los diferentes grupos de la sociedad y no a la comunidad en su conjunto, los resultados están a la vista.

El problema no pasa entonces por la política económica que elegimos implementar, porque casi siempre han sido malas e insistimos con las mismas una y otra vez, sino en la razón por la cual lo hacemos y es eso lo que debemos analizar.

Una y otra vez la clase política se aprovecha de la obtención del poder para actuar en su beneficio y de unos pocos, y la sociedad sigue eligiendo a esos que vuelven, en gran complicidad entre todos, una y otra vez a utilizar el poder en beneficio de los mismos.

No podemos pensar que es incapacidad del votante, porque eso sería menospreciar al pueblo, pero entonces ¿cuál es la razón por la que siempre damos vuelta sobre el mismo problema?, ¿por qué siempre volvemos al que se aprovecha de las bondades del poder en beneficio propio y no de todos?

No es un tema económico, no es un tema de desconocimiento, como dijimos al principio, de acuerdo a las experiencias en todo el mundo, las soluciones son claras y conocidas, entonces pasa por un deseo del elector a darle el poder a esos políticos que siempre han resuelto mal para la comunidad y muy bien para “sus bolsillos”.

Es la obsecuencia de volver a cometer siempre el mismo error.

Entonces, ¿cuál es el problema?, ¿qué nos lleva a hacer siempre lo mismo?

No es engaño, no se puede engañar de la misma manera a tantas generaciones. No es desconocimiento, tenemos a todo el mundo de ejemplo.

Definitivamente es un problema moral. Volvemos una y otra vez a elegir a quien nos destruye, a quien nos roba, a quien nos viola. Pero el pensamiento individual es “quizás esta vez pueda participar del robo”, “si lo dejo robar es probable que momentáneamente esté un poco mejor, aunque se destruya todo”, “éste seguramente le va a robar a los que más tienen y quizás me toque algo en el reparto”, y así muchos y muchos razonamientos que convencen al individuo para que vuelva a cometer el mismo error.

Ya lo dije muchas veces, no es un problema económico, no es un problema de desinformación, no es un problema de incapacidad, sin duda es un problema de moral.

Somos una sociedad profundamente inmoral que volvemos una y otra vez a elegir a los ladrones que destruyeron nuestro país y nuestra comunidad, constituyéndonos en cómplices del gran fracaso. El problema es moral.

Es la inmoralidad del erróneo egoísmo de pensar en un falso beneficio individual inmediato en detrimento del beneficio general. Es el corto vuelo de la perdiz en vez del majestuoso volar de un águila. Es la fatídica “viveza criolla”, es el egoísmo enfermo. Por todo esto digo convencido que el problema no es económico, el problema es moral.


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