Atraso

El mundo nos está dejando atrás y nadie va a venir a buscarnos.

Opinión - La columna de Eduardo27/10/2021 Eduardo Servente
  
Fuente:Pixabay

POSDATA Digital Press | Argentina

Eduardo Servente
Por Eduardo Servente | Ingeniero Civil | Conductor de Radio

Hace mucho tiempo atrás, digamos en aquellos ’70 u ‘80s quienes pudimos tener la dicha de viajar al exterior, que en aquellas épocas era mucho más difícil que hoy, podíamos ver que el resto del mundo era muy distinto a lo que estábamos acostumbrados a vivir en nuestras tierras. Era todo diferente, nos sorprendíamos de ver un lavarropas automático, una televisión en color, un lavaplatos, etc. Desde las más pequeñas cosas de la vida diaria hasta lo más sofisticado, nos sentíamos que estábamos varios años atrasados.

Nos enterábamos que había salido un disco (sí, un disco) de nuestro conjunto favorito en Inglaterra o en Estados Unidos y teníamos que esperar tres meses para verlo en las disquerías de Buenos Aires y con una calidad menor. Leíamos en las revistas extranjeras sobre los nuevos modelos de autos y a nosotros nos seguían conformando con el mismo Falcon que cada dos años le cambiaban los farolitos para decir que era un modelo totalmente nuevo.

La diferencia era mucha.

Si visitábamos a nuestros vecinos veíamos que no estaban mucho más avanzados que nosotros, pero sí que se consumían cosas distintas, cada uno tenía su propia idiosincrasia.

Para nosotros en Latinoamérica, ese salto diferencial se salvó con la bendita globalización. Al finalizar la guerra fría, en 1989/90 el mundo se unificó y ayudado por internet todo se volvió más instantáneo.

En nuestros países del cono sur conseguíamos todo lo que se podía disfrutar en el mundo desarrollado, solo con las pequeñas restricciones que puede influir el tamaño del mercado.

Podíamos acceder al último automóvil, al mejor lavarropas o el más moderno celular.

Habíamos accedido al mundo. Hasta las noticias se globalizaron y te enterabas al instante de lo que sucedía en el otro extremo del planeta.

Fue un paso tan bueno de la humanidad que rápidamente nos acostumbramos y lo veíamos como algo natural. Y no solo sucedió en aquellas cosas que queríamos consumir, sino que la información estaba al instante, consultas médicas o científicas eran posible sin mayor esfuerzo. No importaba la importancia de la necesidad, ahí estaba.

Pero ¡claro!, quien lea esto pensará que les estoy contando una historia de las últimas décadas en pocos párrafos, pero no. Quise hacer esta introducción para poder contarles mi experiencia reciente y las tristes sensaciones que he tenido.

Hace pocos días volví de un viaje de turismo a los Estados Unidos que tuve la posibilidad de hacer a pesar de las exigencias económicas y de las restricciones generales por la pandemia.

No voy a hablar acá de los problemas que tuve por las indefiniciones de los vuelos, los trámites ridículos que nos hacen hacer en nuestro país, ni de los negociados que se vislumbran en las vacunas y testeos de PCR obligatorios.

Quiero volcar acá las sensaciones que tuve al volver a visitar un país que lo visité varias veces en el pasado y había tenido esas sensaciones que les conté hasta acá. Esperaba encontrarme con algo similar.

No fue así. El golpe fue importante. En algunos aspectos volví a tener esa sensación que teníamos allá y a lo lejos, por los años ’80 cuando nos sorprendíamos por todo.

Sentí que nos habíamos encerrado y el mundo había continuado su camino. Volvíamos a estar atrasados.

En las cosas simples, en la vida diaria. Vuelve a haber una distancia.

Desde los autos que ves circular por las calles, hasta las canillas y seca manos en un baño público. Todo avanzó y nosotros nos quedamos.

Esta vez no es un problema que el mundo dejó de globalizarse, sino que nosotros nos encerramos. Y así es, somos los campeones en encerrarnos en nuestra historia y no mirar para adelante. El mundo nos está dejando atrás y nadie va a venir a buscarnos.

Este atraso solo lo podemos vencer nosotros. Debemos avanzar con el resto del mundo o nos quedaremos solos.


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