Fantasmas

Sinfonía de cuentos05/08/2024 Edgarbett
  

SINFONIA- digital-posdata-digital-press.

POSDATA Digital Press| Argentina

multimedia.normal.8d2c2d33a01a6e67.V2hhdHNBcHAgSW1hZ2UgMjAyNC0wNy0xNSBhdCAzLjBfbm9ybWFsLndlYnA=

Por Edgarbett| Escritor


Solo a mí se me ocurre ofrecerme a escribir cuentos.

—¡De terror, de miedo papi!

Fueron las palabras de Aldana, mi hija, trayendo trabajo escolar. —Los mejores cuentos serán interpretados por actores de verdad, — me manifestó.

Mientras tanto contemplé con emoción sus ojos brillando con ternura. Sentimiento que al crecer se esconde en aquellos adultos en que nos transformamos, pero no iba a ser yo; quien rompa su ilusión y más sabiendo que me considera su héroe. De pronto visualicé la secuencia frente a sus compañeros—:¡Lo escribió mi papá! —, acto seguido, en aquel escenario, un grupo de personas repetirían cada frase creada por mí, y ella con sus 8 años desbordaría de alegría. Ubicado frente a la hoja en blanco, mi dilema era cual sería el tema, con el que iniciaría mi escrito. Fue entonces que se me ocurrió narrar una crónica sobre una persona en tiempo real sin perder detalles para transmitir al lector lo que mi personaje siente. Pero si le diría:—¡hija mía, no soy escritor!—, como la conozco tanto, sé que entraría en llanto, Por lo tanto, me dije a mí mismo:—:«con intentarlo, no se pierde nada». Era hora de comenzar. Busqué dentro del placar y la encontré en el fondo con años luz de uso ami vieja Olivetti. ¡Sí!, aquella máquina de escribir tapada con bolsas de ropa y cargada de pelusa. No tenía la certeza si aún funcionaba, pero luego de una buena limpieza y arduo trabajo quedó casi nueva.

Me tomé unos minutos hasta buscar mi lugar ideal para comenzar a hilvanar una historia, introduje la hoja y recordé las épocas que despuntaba el vicio y pensé—:¿sobre qué puedo escribir? Las pautas estaban planteadas:género de terror
Ubicado frente a la hoja en blanco, mi dilema era cual sería el tema, con el que iniciaría mi escrito. Fue entonces que se me ocurrió narrar una crónica sobre una persona en tiempo real sin perder detalles para transmitir al lector lo que mi personaje siente.
Era el momento de crear un clima especial. Bajé un poco las luces y logré un ambiente en penumbras y una luz de escritorio iluminando las hojas. El reloj de mi celular me indica que son casi las once y media, con suerte podré terminar la historia en un par de horas.
Busco inspiración. Observo en rededor desde la ventana, veo el cielo cargado de nubes, relámpagos y escucho leves truenos. Clima y noche ideal para sumergirme en un relato terrorífico. En el mismo instante que doy mi primer golpe de tecla, una fuerte explosión acompañada de un refucilo me hizo caer hacia atrás del asiento. Fue tan intenso el susto que comencé a reírme de mí mismo. Me levanté de frío suelo, acomodé la silla y me dirigí a bajar la persiana.  En ese instante me invadió un escalofrío en todo el cuerpo. Esa sensación de miedo al ver a través del vidrio una silueta de una persona estática que se encontraba  observándome. Era inusual, extraño, ya que afuera había comenzado a llover a cántaros. Es inevitable preguntarme qué estaría haciendo allí a estas horas... En un atisbo de conciencia me figuré a mi pequeña Aldana, fue entonces que recuperé la tranquilidad a verla dormir sin inmutarse. Pensé en su madre que estaba de guardia en el hospital público. Fue entonces que regresé a mi cuarto, me asomé desde mi ventana y aún permanecía allí, esa figura con actitud vigilante e inmutable en la noche fría y lluviosa. Solo una idea rondaba en mi cabeza:su intención era robarme.

De pronto recordé lo idiota que fui al decirle más de una vez a mi esposa que no quería armas en casa.— ¡Qué falta me haría en este momento! Tomé un enorme cuchillo de cocina, lo guardé entre mis ropas y apagué todas las luces. No me cabía dudas. Era un ladrón y estaría dispuesto a entrar al menor descuido. De repente, un relámpago iluminó la habitación y me permitió ver la cara pálida del sujeto, y el color azul de sus ojos que brillaban singularmente en la noche, pero mi sorpresa mayor fue descubrir que estaba rodeada de seres de aspecto similar de baja estatura Permanecí atento y agachado. Me acerqué al teléfono suponiendo que lo mejor sería llamar a la policía, pero al discar, un fuerte ruido en el techo hizo que la línea dejará de funcionar. No cabían duda: querían entrar. Sin titubear miré nuevamente por la rendija del cerrojo y grande fue mi sorpresa al ver que no había nadie. Nuevamente, recordé la espeluznante imagen de esos seres —pensé—: quizás eran espíritus o algo ajeno a la razón, ya que vivimos solo un par de calles de un viejo cementerio.

Me deslicé con mi espalda en la pared y me senté detrás de la entrada tratando de permanecer despierto y en guardia el resto de la noche. El sueño me ganó y me dormí. Por la mañana me despertaron fuertes golpes que me hicieron despabilar, era mi esposa gritando —¿Amor que pasa que no abrís? Abrí la puerta con rapidez y ella me recibió con un beso. No dejé de mirar hacia la izquierda y la derecha en busca de aquellos individuos. Fue entonces que noté que el local de ropa estaba vacío y recordé que el día anterior cerró sus puertas. Mi vista se detuvo en un volquete repleto de los maniquíes. El temporal los dejó en la vereda por doquier. Un fuerte golpe en el techo me distrajo, giré mi cabeza y comprobé que unas de las ramas del árbol cayó cortando el cable telefónico, en ese momento surgió una risa contagiosa y vi a Aldana con su pijama parada frente a mí, mirándome —¿Qué te pasa loquita?—pregunté—¿Qué es lo gracioso?
—¡Vos, con esa remera y calzoncillos blancos parecés un fantasma!—
respondió enfáticamente.
—¡No hijita, los fantasmas están en nuestra cabeza! —le respondí, mientras
solté una carcajada. Tomé la mano de ambas y los tres entramos a casa. 


Más artículos del autor

SINFONIA-formato libro fisico-a formato digital-posdata-digital-press.pdf (2)Eminencia

profundo posdata digitalpressProfundo

carta a un naúfrago-relto-posdata digital pressCarta de un naúfrago

Lo más visto