Liberales
Estamos ante un nuevo desafío. Desde el liberalismo debemos promover el gran cambio.
Opinión - La columna de Eduardo10/02/2022 Eduardo ServentePOSDATA Digital Press | Argentina
En nuestro país conocemos a la ideología liberal como aquella que respeta ante todo la libertad individual, la propiedad privada, la libertad de comerciar y la libertad de expresión. Prefiero aclararlo porque se sabe que en otras regiones del globo los llamados liberales simpatizan con otra estructura de gobierno muy lejana de lo que acá así los llamamos y están mucho más cerca de lo que mencionamos como progresismo o bien socialismo.
En líneas generales el liberalismo en nuestro país fue la ideología predominante en la época de oro, cuando Argentina supo estar en el tope de los países desarrollados y recibió durante varios años una inmigración voluntaria récord en la historia de la humanidad.
Como se ha contado muchas veces, las ideas socialistas y fascistas (leer:) el-socialismo-es-un-cancer tuvieron mucha predicación en nuestra tierra y dominaron la escena política desde la cuarta década del siglo XX hasta el día de hoy. Constantemente disfrazadas detrás de una imagen populista que siempre convenció al pueblo que los votaba, engañándolos y con maligna intención disminuyendo su nivel cultural y educativo.
Durante los ’40 y los ’50 los que expresaban pensamientos liberales fueron perseguidos de diferentes maneras. Recién después de la llamada Revolución Libertadora pudieron comenzar a expresar públicamente sus ideas comenzando un trabajo titánico en el que sus adversarios siempre intentaron ensuciar todo lo relacionado con la ideología liberal.
Precisamente esos políticos populistas, al saber que la ideología liberal es la única solución para el país y a su vez determinante para el final de sus jugosos negocios dentro de la corporación política, no tienen miramientos en mentir descaradamente y endilgarle al liberalismo contundentes fracasos que no fueron más que conceptos fascistas o socialistas, nuevamente disfrazados con el populismo de turno.
Así es como se escucha repetidamente decir que el ministro Martínez de Hoz, o bien el gobierno de Macri fueron liberales cuando estuvieron bien lejos de serlo.
Esas mentiras son parte del gran engaño.
Durante los ’80 el liberalismo se pudo organizar y su enseñanza se escuchó. A pesar del predominio del justicialismo y del radicalismo, partidos tradicionales con ideas dirigistas, surgió el liberalismo como tercera fuerza y alto predicamento.
Así fue que el gobierno justicialista de los ’90, llevado por el desastre económico del momento, por las corrientes mundiales luego de la caída del muro de Berlín y por la insistente y consistente prédica de los liberales de entonces, dio un fuerte giro de timón e hizo grandes modificaciones en la economía nacional que en principio dieron sus frutos rápidamente, aunque lamentablemente en vez de realizar correcciones y profundizar medidas, la ambición política de los dirigentes del momento nos hizo volver al dirigismo y así echar por tierra el esfuerzo realizado.
En los tiempos recientes, luego de haber vivido doce años de un socialismo disfrazado de populismo y lamentablemente con una corrupción galopante como nunca se había visto en el país, la decadencia económica y moral de la sociedad llegó a niveles insospechados. Las pequeñas correcciones institucionales, aunque muy pocas en el ámbito económico, tomadas con mucha tibieza nada pudieron hacer para cambiar esa caída.
Estamos ante un nuevo desafío.
Desde el liberalismo debemos promover el gran cambio.
Debemos convencer al pueblo votante cuál es el camino a seguir y salir de la equivocación que vivimos desde hace casi un siglo.
No es fácil, la sociedad está acostumbrada a un estado paternalista que le soluciona los problemas, aunque siempre mal. Muchos en la sociedad están acostumbrados a vivir sin trabajar y que el estado, es decir los que trabajan, les pague un sueldo.
La enseñanza y la concientización es necesaria y es un trabajo titánico.
Lamentablemente no veo en los dirigentes liberales más mediáticos la capacidad y la humildad para enseñar y que sean escuchados.
Se comportan como divas del espectáculo peleando por quien va primero en el cartel en vez de ver un poco más lejos y pelear por el bien de toda la nación. No tienen diferencia con los políticos que ellos mismos critican y han arruinado a varias generaciones.
Nobleza obliga, debo mencionar que hay pocas excepciones. Hay algunos que dejan sus egos de lado y se los ve en una posición sana luchando por la imposición de las ideas.
Quizás por el arraigo de las ideas dirigistas, quizás por la tenaz lucha que tenemos enfrente, quizás por la corrupción que se retroalimenta e imposibilita la educación y la enseñanza, quizás por el divismo de los dirigentes liberales, o quizás por todas esas razones juntas es que el camino es terriblemente difícil, pero no podemos rendirnos.
Hace treinta o cuarenta años muchos jóvenes emigraron por la debacle económica que se vivía acá, hoy vuelve a suceder lo mismo. Nuestros hijos se están yendo de la tierra prometida a la que vinieron nuestros abuelos.
Muchos liberales ya pintamos canas, tuvimos otras luchas, quizás fuimos parte de ese resurgimiento de los ’80 que antes contaba, pero hoy no tenemos que bajar los brazos, no por nosotros sino por nuestros hijos y nuestros nietos.
Debemos cambiar el país, es nuestra obligación.
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